Son nombres que identifican productos, que se han producido en un lugar concreto, con características únicas, unidas a ese origen geográfico y al saber hacer tradicional. Por ello, cuando tienen un vínculo específico con su lugar de elaboración, las denominaciones de productos pueden recibir el reconocimiento de una «indicación geográfica».
Estas indicaciones dan confianza a los consumidores y les permite distinguir los productos de calidad, al tiempo que ayuda a los productores a comercializar mejor sus productos.
En la Unión Europea hay casi 3500 indicaciones geográficas registradas. Actualmente están reguladas, mediante tres Reglamentos de la UE distintos, las indicaciones geográficas para productos agrícolas y alimenticios, vinos y bebidas espirituosas. Para otros productos, como pueden ser los textiles, la cerámica o el vidrio, hay una propuesta de Reglamento de la UE separado.
Las indicaciones geográficas comprenden las denominaciones de origen protegidas, en siglas DOP, y las indicaciones geográficas protegidas, IGP.
El vínculo con la zona geográfica es mayor en las DOP que en las IGP, ya que en las DOP todas las fases de producción se realizan en esa zona y las características del producto se deben fundamentalmente a la misma. A pesar de esa diferencia, la regulación y protección jurídica de las DOP y las IGP es la misma.
Un ejemplo de DOP es “Aceite – Oli de Terra Alta”, un aceite de oliva virgen extra obtenido del fruto de Olea Europea L., de la variedad principal Empeltre o la mezcla de la variedad Empeltre y las variedades secundarias Arbequina, Morruda y Farga. La zona de producción comprende la comarca de Terra Alta y algunos municipios de la comarca de Ribera d’Ebre.
Otras DOP bien conocidas se refieren a vinos, como “Cava”, «Priorat”, “Penedès”, “Ribeiro” o «Arabako Txakolina-Chacolí de Álava».
Un ejemplo de IGP sería “Irish Whiskey”, que se elabora, se destila y envejece en Irlanda, sin que sea necesario que las materias primas procedan exclusivamente de Irlanda.
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